Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda

El Museo Thyssen organiza la primera gran retrospectiva en nuestro país dedicada íntegramente a la figura de Sonia Delaunay, que podremos visitar hasta el 15 de octubre. La exposición se organiza en cuatro grandes etapas cronológicas, donde además de pinturas y diseños de moda y textiles, encontraremos sus innovadoras colaboraciones con poetas o escenógrafos. La muestra pone especial atención en el periodo en que la artista y su familia residieron en Madrid, ciudad a la que llegó hace precisamente 100 años.     Nacida en 1885 en una modesta familia judía de Rusia (hoy Ucrania), Sonia Delaunay fue una artista de vanguardia y multidisciplinar, capaz de salir de los confines tradicionales del arte para abrirse nuevos campos como el diseño gráfico, el interiorismo o la moda, cuando cualquier cosa que no fuera pintura o escultura se consideraban un arte menor.   Hacia 1910 creó, con su marido, el pintor Robert Delaunay, el simultaneísmo, un movimiento artístico que tenía como fin una única preocupación: el empleo en pintura de las teorías científicas del color, concretamente la referida al contraste de los colores. Sonia transformó su entorno en un mundo simultáneo a pequeña escala: diseñó la decoración de su apartamento, objetos y prendas de vestir que respondían a una nueva estética colorista. Muy probablemente todo empezó con una colcha de patchwok que realizó para su hijo recién nacido.     En 1914, la I Guerra Mundial sorprendió a la pareja de vacaciones en Fuenterrabía y a partir de 1917, se instalaron en Madrid. Fue aquí donde Sonia realizó su primera colaboración en el campo de las artes escénicas –ella diseñó el vestuario de “Cleopatra” para Les Ballets Russes y Robert, el decorado–. Además, tuvo lugar su primera intervención en un espacio arquitectónico, pues llevo a cabo la reforma integral del Petit Casino de Madrid y creó una marca de decoración de interiores, moda y complementos conocida como Casa Sonia.     Fiel a su concepto artístico, el objetivo de esta nueva iniciativa era dotar a los objetos cotidianos de un punto artístico y singular. Compraba objetos en el Rastro y los transformaba o reinventaba. Durante su estancia en Madrid, también se dedicó al diseño de moda y de complementos, especialmente sombreros de playa, pintados a mano, además de sombrillas, abrigos, vestidos, chaquetas y chalecos. Como una prolongación de la pintura, sus diseños se inspiraban en el simultaneísmo. Combinaba colores, texturas y formas y creaba trajes “simultáneos” donde los contrastes cromáticos y las formas abstractas eran los protagonistas. Todos ellos eran obras de arte sobre un soporte diferente al lienzo: el textil.       Más adelante, en 1921, de vuelta en Francia, seguiría creando pañuelos simultáneos y vestidos-poemas con textos de Tristan Tzara y Ramón Gómez de la Serna, entre otros. Con bordados o con aplicaciones, sus prendas despertaban admiración y sus presentaciones teatrales eran recibidas con entusiasmo.     Llegó a establecer su propio taller –creaba diseños textiles que ella misma producía con ayuda de costureras, bordadoras y tricotadoras–. Comparaba las telas, las estampada a mano y colaboraba con empresas francesas para la producción, distribución y venta de las prendas. Su ecléctica clientela estaba formada por artistas, actrices, intelectuales y mujeres de la alta burguesía.   Sonia Delaunay se consideraba una artista, una pintora que buscaba nuevos caminos y su medio eran los textiles.